Es un país que está abriéndose al turismo poco a poco, pero que creo que todavía no está preparado (afortunadamente, por otra parte) para recibir a las masas de turistas que se supone irán en los próximos años, puesto que es un destino al alza.
Es muyyyy barato (para nosotros claro). El guía nos dijo que andaban pensando en entrar en el euro, y yo les dije que era lo peor que podían hacer ya que los precios iban a subir muchísimo y tienen poca calidad de vida. También nos dijo que Bucarest había mejorado mucho en los últimos años y es verdad, porque dista mucho de ser lo que puedes llegar a pensar en un principio. Apenas hay perros y tampoco se ve mucha mendicidad.
Los conductores tampoco son tan kamikazes como se lee por ahí. Se ve algún adelantamiento al límite, pero tampoco muchos y las carreteras, al menos por las que fuimos nosotros (quitando el tramo de Biertan que estaba en peores condiciones) están bastante bien.
Es un país muy recomendable para visitar, porque por el momento no está masificado y es barato, pero que nadie espere ver algo que le marque para el resto de la vida, al menos en mi opinión.
Lo mejor:
Sin duda, Sighisoara, qué ciudad más maravillosa y preciosa y la Transfagarasan y el lago Balea, con la que tengo una deuda pendiente.
Brasov también tiene su encanto y Sibiu en menor medida (me esperaba algo más de esta ciudad).
La gente. Muy amable y nada que ver con la imagen que tenemos aquí de los rumanos.
Lo peor:
La verdad es que no se me ocurre nada. Quizá la idea (por lo que leí) de que muchas personas hablarían español...pero nada más lejos de la realidad. No vayáis con esa mentalidad, porque os encontraréis a muy pocas personas que hablen español.
El Castillo de Bran, aunque ya era esperado, por dentro no tiene nada del otro mundo. Le salva que por fuera es bastante bonito.
Hay que volver a Rumanía :)
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