El viaje iba tocando a su fin y el martes iniciábamos el camino de vuelta a Bucarest donde pasaríamos el último día y medio (necesitaba hacer 2 noches para una promo de Novotel y tal jejeje).
Nos levantamos, bajamos a desayunar y madre mía qué desayuno!, la dueña, Mica, nos preparó un desayuno casero que no tenía nada que envidiar a los buffets de los hoteles. Fuimos a ver el Monasterio de Curtea y la verdad que fue un poco decepcionante, aunque había muchísimo movimiento de personas y no de turistas precisamente.
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El Monasterio de Curtea. Es bastante bonito, pero ya habíamos visto muchos similares jajaja |
Lo más interesante del Monasterio es su historia, bueno mejor dicho, la historia de su construcción y de su constructor Manole. En resumen:
El Rey Basarab I encargó la construcción del Monasterio a Manole, por una u otra razón, el Monasterio siempre se venía abajo; preguntaron a un oráculo y les dijo que debían sacrificar el alma de la primera persona humana que se acercara a la obra...
La desgracia se cebó con el arquitecto y la primera persona fue su esposa embarazada que fue a darle una sorpresa...no tuvo otra opción que sacrificarla. Acabó el Monasterio y este se mantuvo en pie y hermoso como se muestra hoy. Pero ahí no acabó la desdicha de Manole. El Rey, para evitar que Manole y sus obreros realizaran otra obra de similar belleza, les encerró en una de las torres del Monasterio. Manole intentó escapar creándose unas alas...no llegó muy lejos y el recorrido desde la torre hasta el lugar en el que cayó queda conmemorado por una fuente dedicada a él.
Una de las historias más bonitas y tristes que aprendimos en el viaje.
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La fuente de Manole |
Llegamo a Bucarest y tras comer en el KFC y una siesta, nos acercamos a la Corte Vieja, que era una de las pocas cosas que nos quedaban por ver. Probablemente sea la parte más bonita de Bucarest, aunque es una zona bastante pequeña.
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La Corte Vieja |
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Cómo no, Vlad Tepes |
Más tarde fuimos a ver el Bulervar Unirii y sus fuentes y entramos al centro comercial para luego ir al Carrefour a comprarnos algo ligero de cenar (unas latas de atún y maíz) porque ya estábamos saturados de comer y cenar fuera. Lo más destacado fue ver la camiseta original del Madrid, la primera, en la tienda de Adidas por....53 euros...porque quiero la tercera, pero estuve muy tentado jejeje.
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El Bulevar Unirii, con el Parlamento al fondo |
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