lunes, 7 de diciembre de 2015

Crónica de unas vacaciones Post-Ironman: Día 2: Sagres

Todavía con muchas agujetas, que se convertían en martillos en las piernas al bajar la escaleras, partimos hacia Sagres el lunes a primera hora con muchísimo viento, fresquito y lluvia. Pero antes había que tomarse el último café en el chiringuito a pie de la playa que me vio lanzarme al agua dos días antes, y disfrutar del sonido de las olas de la Playa de Monte Gordo, bastante más encrespada que hacía dos días.



Retrocedimos hacia el puente entre Ayamonte y Monte Gordo, porque la autopista que transcurre por todo el Algarve, es de pago electrónico, es decir, te marca la matrícula en el primer punto y te va cobrando por cada punto que pasas...y claro si la gente no se da cuenta...pues sablazo a modo de multa. Registramos la tarjeta e iniciamos el camino de hora y media aproximadamente hasta Sagres.

Yo quería ir al último pueblo de la península por la parte occidental...y este era Sagres. Y, obviametne, el motivo de este viaje no era ver nada, simplemente descansar y disfrutar de las playas del Algarve. Además en Sagres, (bueno a 3-4 km) se encuentra el archiconocido Cabo de San Vicente, pero eso para el siguiente post.

Llegamos a nuestro apartamento en el hotel Cabo do Santa María...No estaba mal para el precio que nos costó. Tenía su cocina, su  baño, su salón y su habitación..todos de amplitud normal. Diana y Bruno dormirían en la cama de matrimonio y yo en el sofá cama y he de decir que dormí bastante bien las dos noches que estuvimos allí.

Nada más llegar nos fuimos a comer, que ya había hambre. En el restaurante que estaba al lado del apartamento. Diana quiso Zapateira o algo así...Bruno dijo que mejor el próximo día...y nunca más se volvió a saber de la Zapateira, porque no la tenían en ningún sitio más jajaja. No hacía mucho día de playa, porque hacía bastante viento así que decidimos ir primero a dar una vuelta y ver las preciosas vistas de los acantilados del Algarve. Sagres, a parte de por la cerveza, es famosa por su Fortaleza a la que no entramos, pero creo que impresionaba más por fuera que por dentro. Desde allí se podía ver perfectamente el Cabo de San Vicente y la majestuosidad del Océano Atlántico.

En la entrada de la Fortaleza
El Algarve portugués

Anochecer en Sagres
Y de ahí nos bajamos a la playa de...una de las más famosas de Sagres, que estaba repleta de surfistas y no es para menos, porque las olas que se crean debido al viento que sopla en la zona, son para su disfrute.

Y poco más dio de sí nuestro primer día en Sagres, cenamos en el apartamento y a dormir, que falta hacía.

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