Retrocedimos hacia el puente entre Ayamonte y Monte Gordo, porque la autopista que transcurre por todo el Algarve, es de pago electrónico, es decir, te marca la matrícula en el primer punto y te va cobrando por cada punto que pasas...y claro si la gente no se da cuenta...pues sablazo a modo de multa. Registramos la tarjeta e iniciamos el camino de hora y media aproximadamente hasta Sagres.
Yo quería ir al último pueblo de la península por la parte occidental...y este era Sagres. Y, obviametne, el motivo de este viaje no era ver nada, simplemente descansar y disfrutar de las playas del Algarve. Además en Sagres, (bueno a 3-4 km) se encuentra el archiconocido Cabo de San Vicente, pero eso para el siguiente post.
Llegamos a nuestro apartamento en el hotel Cabo do Santa María...No estaba mal para el precio que nos costó. Tenía su cocina, su baño, su salón y su habitación..todos de amplitud normal. Diana y Bruno dormirían en la cama de matrimonio y yo en el sofá cama y he de decir que dormí bastante bien las dos noches que estuvimos allí.
Nada más llegar nos fuimos a comer, que ya había hambre. En el restaurante que estaba al lado del apartamento. Diana quiso Zapateira o algo así...Bruno dijo que mejor el próximo día...y nunca más se volvió a saber de la Zapateira, porque no la tenían en ningún sitio más jajaja. No hacía mucho día de playa, porque hacía bastante viento así que decidimos ir primero a dar una vuelta y ver las preciosas vistas de los acantilados del Algarve. Sagres, a parte de por la cerveza, es famosa por su Fortaleza a la que no entramos, pero creo que impresionaba más por fuera que por dentro. Desde allí se podía ver perfectamente el Cabo de San Vicente y la majestuosidad del Océano Atlántico.
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En la entrada de la Fortaleza |
El Algarve portugués |
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Anochecer en Sagres |
Y poco más dio de sí nuestro primer día en Sagres, cenamos en el apartamento y a dormir, que falta hacía.
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