viernes, 11 de diciembre de 2015

Crónica de unas vacaciones Post-Iroman: Día 4: Lisboa, fin del viaje

Nos levantamos, cargamos el coche y pusimos rumbo a Lisboa. Cosas del destino, la ciudad en la que realicé mi primer triatlón serio (un short), sería el punto final de mis vacaciones Ironman.

Una de las cosas por las que quería ir al Algarve, era porque siempre quise hacer un recorrido que yo pensaba que sería impresionante: subir desde el Cabo de San Vicente, hasta, digamos Vigo, bordeando toda la costa portuguesa. Y esta era la ocasión que había elegido para ello. Pero en el camino de ida a Sagres, ya observé que la costa se veía poco y Bruno me dijo que en el trayecto que yo tenía pensado hacer, no se veía nada la costa...así que fuimos por la autopista...20 euros de peaje, todavía me están doliendo jajaja.

No recordaba lo impresionante que era la desembocadura del Tajo a su paso por Lisboa. Aún así, me sigo quedando con la de Duero en Oporto. Lisboa es una ciudad magnífica, era la tercera vez que iba y nunca me cansaré de volver. Llegamos al hotel Ibis, y esto fue lo peor del viaje, una habitación minúscula para los 3...de hecho no cabía la bici, menos mal que la tenía completamente desmontada en el maletero y cogimos parking y estaba más segura. Si llegamos a coger otro alojamiento en otra ciudad, otro día...habíamos acabado durmiendo los 3 en la misma cama jajaja. Desde el primer alojamiento hasta el último, ¡el espacio fue menguando mucho!

Bruno nunca había estado en Lisboa e hicimos un recorrido express, empezando por la Torre de Belem y el Monasterio de los Jerónimos (sin entrar dentro). Aprovechamos para comernos unos riquísimos pastelitos de Belem. He de decir que previo a esto, nos perdimos un poco antes de llegar...y el problema es que cogimos la salida que nos llevaba inexorablemente y sin salida al puente Vasco de Gama....Siempre tuve curiosidad por atravesarlo, puesto que por ahí discurre la Media Maratón de Lisboa (que algún año haré), pero claro no en ese momento. 17 km de ida y 17 de vuelta...35 km de regalo y casi media hora perdida jejeje.

La Torre de Belem, mucho más bonita por fuera que por dentro

El Monasterio de los Jerónimos, mucho más bonito por dentro que por fuera

La desembocadura del Tajo

Después volvimos al hotel para prepararnos e y salir a ver el centro y aprovechar para cenar. Cogimos el metro y vimos el elevador de Santa Justa, el barrio bajo y la Plaza del Comercio. De noche las ciudades cobran otra vida y Lisboa es muy bonita también de noche, con sus animadas calles. La capital lusa gana probablemente a Oporto, en calles animadas, pero esta última la supera ampliamente en la vida en la ribera del río.

Santa Justa

La plaza del Comercio

Nos subimos al Barrio alto, cenamos en un sitio barato, pero con una comida muy buena y acabamos, como siempre me gusta acabar cuando voy a Lisboa, en el Mirador de San Pedro...uno de los lugares que más me gustan de todas las ciudades europeas en las que he estado, y ya no son pocas jejeje.

El Mirador de San Pedro

El mítico tranvía de Lisboa
Bastante cansados, pusimos rumbo al hotel. Al día siguiente la vuelta, un viaje largo de 6 horitas, más las paradas y fin a unas vacaciones distintas a las que acostumbro, pero que sabían muy bien porque había terminado un Ironman.

Siempre hay que volver a Portugal, siempre.

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