domingo, 23 de noviembre de 2014

Crónica de un viaje a Berlín: El Museo RDA, la vuelta a casa y las conclusiones

Amaneció el último día, como la previsión indicaba, lluvioso y más frío que los anteriores. El vuelo lo teníamos a las 16:05 y todavía nos quedaba una cosa que ver. El Museo de la RDA. Yo lo desconocía, pero Carmen se empeñó en ir, que había leído buenas críticas y tal. Y no decepcionó en absoluto. Lo malo del Museo es que era pequeño para toda la gente que lo visita y sobre todo en la parte del coche se forma un pequeño atasco. Por lo demás es un Museo completamente distinto a todos los que he visto hasta la fecha.

Recreación de una salón típico de la RDA
La parte dedicada al dopping con un medio futbolín
Expone la forma de vida que tenían los habitantes de la Alemania del Este, se pueden ver sus coches, réplicas de las habitaciones, de las celdas en los que los encarcelaban y todo muy interactivo. Debajo de cada objeto hay una especie de cajones que tienes que abrir para ver más detalles, incluso hay hueco para el doping en los deportista de la antigua RDA. Un Museo, quizá orientado para los niños, pero en el que los adultos también van a disfrutar.

Como todavía nos sobraba algo de tiempo, fuimos a ver la Gendarmenmarkt, considerada la plaza más bonita de Berlín, presidida por el Konzerthaus en el centro y flanqueada en el lado derecho por la Catedral Alemana y en el izquierda por la Catedral Francesa. La verdad es que es bonita.

La Catedral Francesa al fondo

Konzerthaus

Y ya con todo prácticamente visto, fuimos al hotel a recoger las maletas, a coger el S-BAHN y al aeropuerto para volver a Madrid.

Conclusiones:

Lo mejor:
  • Berlín es una ciudad en la que podría vivir, más tranquila de lo que pudiera parecer con lo grande que es, mucho espacio para la bici, buen transporte público...
  • La Puerta de Brandenburgo y el paseo nocturno desde el Monumento a la Victoria hasta la Puerta.
  • Es una ciudad de visita obligada, aunque me esperaba más. Tiene mucha historia que sentir.
  • El transporte público, la cerveza por supuesto y la bici, aunque no pude hacer ningún trayecto.


Lo peor:
  • La excesiva tranquilidad con la que los alemanes atendían, y que desde luego nos sorprendió.
  • Me esperaba mucho más de la ciudad, que tuviera muchas más cosas, digamos que te impacten.
  • Las obras del metro, que deslucían muchas zonas de la ciudad.

¿¿Ciudad para volver???, toda ciudad es digna de volver, pero seguro que antes tengo 7-8 opciones de las que ya he visitado antes, que Berlín.

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