jueves, 20 de abril de 2017

Diario de un viaje a Edimburgo: día 2: El Tour del Castillo, y los museos.

El segundo día lo habíamos planeado de una forma, pero sobre la marcha hicimos un plan B :). La idea era hacer el Tour del Castillo que habíamos contratado con Viajar por Escocia, y después poder subir a Arthur's Seat. Finalmente dejamos la segunda parte para otro día que hiciera mejor tiempo y dedicaríamos la segunda parte del día a ver los museos, aprovechando que era jueves y la National Gallery cerraba más tarde de lo habitual.

Como guía para el Castillo tuvimos a Francis, que aparte de guardar un asombroso parecido con mi ex-jefe, nos contó bastante bien toda la historia que rodeaba al Castillo, sus anécdotas y nos animó a ver una representación de un personaje histórico de Escocia que tendría lugar a las 12:15.

Quedamos a las 9 de la mañana en la Royal Mile, y mientras esperábamos, nos cayeron unos copos de nieve, poca cosa, pero nos hizo ilusión :). Llegamos al Castillo y la verdad es que no había la cola que yo esperaba. Es bonita la aproximación al Castillo desde la Royal Mile y mucho más cuando entras en la enorme explanada que da acceso al mismo, desde el cual hay unas bonitas vistas de la ciudad.

Vistas desde el Castillo
Subimos las primeras rampas y Francis nos explicó el porqué del Castillo, para qué sirvió y las batallas que se celebraron. Vimos los cañones, la torre del reloj en la que se guardan las 3 joyas reales, las celdas en las que estaban los presos y a las 12:15 vimos la representación de Rob Roy. Varios días al mes, aparece un personaje histórico en una de las salas del Castillo, una persona aparece caracterizando a un personaje histórico de Escocia, y en esta ocasión fue el turno de Rob Roy que hizo una demostración del uso de las armas de la época. Fue una representación de unos 15 minutos, pero que merece la pena, porque además cuenta algún que otro error de la famosa película Braveheart.


¡Los cañones listos para defender la ciudad!

La representación de Rob Roy

La torre del reloj
Tuvimos tiempo de entrar a una especie de tienda en la que ofrecen degustación de whisky y yo, que no soy muy de whisky, probé uno que me encantó, el Bruadar, bien es cierto que es licor de whisky, pero estaba muy rico (es con miel). Y ya era casi la 1 del mediodía y ya que estábamos había que esperar al cañonazo de la 1. Un soldado hace todo el protocolo y lanza el cañonazo (una salva) que servía para indicar a toda la ciudad la hora exacta.


Las vistas de la explanada del Castillo

Finalizamos el Tour del Castillo y decidimos que la segunda parte del día la dedicaríamos a los museos. Comimos un fish and chips y entramos en el Museo Nacional de Escocia.

Probablemente sea el más importante de la ciudad...6 plantas dedicadas a la historia de Escocia, sus costumbres, sus orígenes, tradiciones etc...pero también con lugar para la ciencia, la física, la naturaleza. Os juro que jamás me lo había pasado tan bien en un Museo. Estuvimos unas dos horas, y yo creo que casi una nos la pasamos entera en la planta baja, la de Ciencia y tecnología...como un niño me lo pasé. ¡Había de todo!, un robot que le escribías algo en una pantalla y el te lo ponía con cubos, un simulador de formula 1, juegos de reflejos...un sinfin de cosas para gozo y disfrute de niños...y adultos.

Animales disecados en el Museo Nacional

El robot poniendo mi nombre!!!

El extraordinario reloj sonando

Después nos fuimos a ver el Museo de los Escritores, escondido en uno de los atractivos callejones que salen de la Royal Mile. Merece la pena visitarlo, es pequeño, coqueto y está dedicado a los tres escritores más importantes de la historia de Escocia: Sir Walter Scott, R.L. Stevenson y Robert Burns. Eso sí, hacía mucho calor.

Y por último visitamos la National Gallery, aprovechando que los jueves cierra a las 8 de la tarde. El motivo fundamental era ver algún que otro cuadro de Van Gogh que le gusta a Vero, pero no había gran cosa, eso sí, había bastante de españoles, y lo malo es que había varias salas cerradas. A la salida, pudimos observar una gran postal de la luna llena iluminando Edimburgo, que la hacía todavía más bonita.



La luna llena presidiendo la calle de la National Gallery

El monumento a Scott
Para terminar este segundo día, subimos a la explanada del Castillo, que de noche se ve mucho más bonito que de día y nos fuimos al hotel a descansar un poco antes de salir en busca de la estatua de Sherlock Holmes y de un McDonalds para cenar.


La explanada del Castillo de noche


La estatua de Sherlock Holmes

Rose Street
Al día siguiente tocaría madrugón para ir al Lago Ness.



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