martes, 25 de abril de 2017

Diario de un viaje a Edimburgo: día 4: Arthur's Seat, Portobello, Leith...

Este cuarto día era el elegido para andar y andar. Yo había planeado una ruta más o menos que nos llevaría por Arthur´s Seat, Portobello, Leith, volver paseando por el camino paralelo al río y acabar en St Bernard's Well. Y al final se puede decir que lo cumplimos al pie de la letra.

Nos levantamos pronto, para variar, y subir a Arthur's Seat. Quizá el camino más rápido sea bajar por la Royal Mile, ver de paso el Parlamento y el Palacio de Holyroodhouse e iniciar la subida a la colina.

La tumba de Lord Voldemort

El Palacio de Holyrood
Al parecer hay dos caminos, uno más fácil y largo y otro más corto y duro. Nosotros optamos por el segundo. Hacía bastante frío y se podía ver el agua de las fuentes congeladas y parte del camino ciclista, antes de adentrarte en el sendero, también estaba congelado, con lo que había peligro de resbalones.

Hasta allí arriba había que subir

Creo recordar que tardamos unos 40 minutos en subir hasta la cima, dónde había gente pero no en exceso. Dicen que son las mejores vistas de Edimburgo...y es cierto que se ve prácticamente toda la ciudad y el fiordo, pero a mi no me parecieron tan espectaculares. Por ejemplo me gustó más la vista desde Calton Hill...pero ya sabemos que sobre gustos...

Las vistas desde Arthur's Seat

Mirando al infinito
Para bajar nos alejamos de los senderos y acortamos camino por una pendiente empinada que aproveché para rodar jejeje. Queríamos acercarnos al Lago Duddingston, pero estaba más lejos de lo que parecía, al menos el poder acceder a él, así que lo vimos desde arriba y pusimos rumbo a Portobello. Como casi siempre, por atajar, casi nos perdemos, pero no dimos mucha vuelta esta vez y cerca del mediodía, tras más de 1 hora andando, llegamos al barrio de Portobello.

Rodando se llega antes jajaja
El lago Duddingston


La misión principal aquí era ver la playa, y a eso fuimos, pero me dio la sensación de que era una zona muy bonita y a la que hubiera merecido la pena dedicarle una mañana o tarde. Nos mola estar en la playa en épocas en las que no hay aglomeraciones, porque da sensación de lo que es, tranquilidad y paz. Se me olvidó meter el bañador, porque estaba dispuesto a bañarme a pesar de lo fría que estaba el agua y por lo visto no era el único que lo pensaba y algunos lo hicieron.


Me quedé con ganas de darme un chapuzón (al fondo...los atrevidos)

Paseamos por la orilla y nos salimos para coger el bus que nos llevaría al barrio de Leith. Es una zona portuaria, bastante animada, en la que aprovechamos para comer...bastante bien de calidad y precio. Probé el Haggis y, en efecto, no era otra cosa que morcilla de arroz, o muy parecido tanto en sabor como en apariencia. Nos acercamos a ver el Yate Real, convenientemente aparcado y escondido detrás de un centro comercial, aunque no pasamos a verlo, más que nada porque hay que pagar una cifra que no es barata tampoco y, sobre todo, porque no teníamos tiempo.

El Yate en cuestión

El siguiente paso era bajar andando hasta Edimburgo, ver el Jardín Botánico y acercanos hasta  St Bernard's Well. El paseo por Water of Leigt es tremendamente agradable. En apenas 1 horita, llegamos al Jardín Botánico, casi a punto de cerrar, así que nos pusimos en modo tour express, y la verdad es que resultó más interesante de lo que pensaba.

El rio Leith


El agradable Sendero que lleva de Leith a Edimburgo

Salimos y volvimos a retomar el sendero para llegar a St Bernard's Well. Un pozo que ahora está tapado y cerrado su acceso (aunque había algún adolescente dentro) y cuya historia podéis ver con detalle en este magnífico blog sobre Edimburgo, que nos sirvió de gran ayuda para preparar el viaje. Se llama Más Edimburgo y si estáis planeando una visita a esta maravillosa ciudad, no dejéis de consultarlo.

St Bernard's Well

Ya estaba cayendo la noche y tocaba volver por caminos ya conocidos, como Princess Street, lo que aprovechamos para meternos a sus jardines, desde los que hay una bonita vista del Castillo con toda la roca. Hicimos alguna compra antes de ir al hotel y salir a cenar a un pub que teníamos cerca.

El Castillo desde Princess Garden

Por último, nos acercamos al Pub Frankestein. Desde el primer día que pasamos por la puerta, con una estatua bastante grande del famoso monstruo, dijimos que el sábado nos acercaríamos. La magia radica en que es una de las múltiples iglesias reconvertidas de Edimburgo y estar escuchando música, con luces de fiesta y tomando una copa mientras miras alrededor y ves vidrieras...es bastante curioso.

El Pub Frankestein...sí, es una iglesia

Aunque fue un día muy duro y al final nos salieron más de 35 km andando, aún nos quedaron fuerzas para dar otro paseo nocturno por The Meadows, una zona verde cerca de nuestro hotel. El paseo resultó bastante bonito por la llovizna que empezaba a caer y puso prácticamente el broche final a nuestra extraordinaria estancia en la capital escocesa.

The Meadows

Aunque todavía tendríamos algo que hacer por la mañana del último día.


lunes, 24 de abril de 2017

Diario de un viaje a Edimburgo: día 3: El Lago Ness

El tercer día tocó madrugón del bueno. Elegimos Escocia Turismo porque hacía algo diferente al resto de agencias...era más tiempo en coche, pero te hacían recorrer el lago entero. Además te aseguraban grupos reducidos, aunque no pensábamos que el nuestro iba a serlo tanto jejeje. La furgoneta nos recogió sobre las 7 de la mañana, y pasamos al recoger al resto de la tripulación, que fueron 3 chicas...total eramos 5 en el viaje, cosa de agradecer.

Iba a ser un viaje de muchas horas en carretera, por lo que se podía hacer pesado, pero nada más lejos de la realidad. Nuestro guía Moisés y el espectacular paisaje nevado que nos ofrecieron las Highlands, hicieron el viaje muy ameno. Moisés nos fue explicando durante todo el camino cosas del la historia de Escocia con todo detalle. Y eso que solo llevaba unos años viviendo en Edimburgo, pero desde luego fue mejor que una clase de historia en la Universidad.

Por ahí pasaba el Tren de Harry Potter

Las Highlands nevadas...Espectacular

Además, él también estaba sorprendido por el paisaje que estábamos disfrutando, había hecho centenares de viajes y nunca lo había visto de esa manera, de hecho durante un par de tramos del recorrido cayó una buena nevada, como podéis ver en el vídeo.

La nevada por el Lago


Tras un par de paradas breves para disfrutar del paisaje, llegamos a Fort William, el lugar donde paran casi todas las excursiones y comienzan la navegación por el Lago. Nosotros hicimos una parada para sacarnos una foto con el cartelito y seguimos nuestro camino hasta Spean Bridge, dónde comeríamos.

El comienzo del Lago

Creo que comí una sopa de verdura (que se agradecía con el frío que hacía) y una patata rellena de bacón y queso, mientras observaba como al lado, alguien comía una patata rellena de algo que pensábamos que era morcilla...luego, al día siguiente me daría cuenta que era el famoso Haggis escocés. Tras la comida, reiniciamos la marcha bordeando los 37 km del Lago, hasta llegar a Fort August, dónde se encontraba nuestra parada final. Las chicas optaron por visitar el Castillo de Urquhart, pero a nosotros no nos apetecía pasar frío (son ruinas) y decidimos optar por la navegación ida y vuelta por el lago.





La Leyenda, antes de embarcar

En apenas 2 meses había tachado dos de los sitios que tenía marcados en mi vida: Ushuaia y el Lago Ness. Probablemente habrá lagos más bonitos, no digo que no, pero navegar por el Lago Ness, tiene su encanto, quizá por el aura de misterio que lo rodea y por estar pendiente de si ves algo anómalo en el radar...porque...el Barco en el que se hace la navegación, va equipado con un radar y un sonar que puedes ir mirando mientras navegas.

Uno de los radares en los que ves el fondo del lago

El sonar que detecta a Nessi (las cositas pequeñas son los peces)

Por supuesto que se puede salir fuera de la cabina y se estaba de maravilla, aunque con un poco de frío. Me tomé un whisky muy bien recomendado por una de las camareras-guías que encima hablaba español. Recogimos a la gente del Castillo de Urquhart y volvimos al punto de partida. En total navegamos casi 1 hora, pero se pasa muy rápido. Es una sensación única navegar por el Lago Ness.

El Lago Ness

El castillo de Urquhart


¡Nessie!

Y ya quedaba la vuelta, en la que Moisés nos contó su teoría sobre el monstruo, la cual me hizo compartir y creer en la existencia de algunas criaturas que aparezcan por el lago, eso sí, nada que ver con Dinosaurios prehistóricos. Pasamos por Inverness, ya cayendo la noche y a la vuelta solo haríamos una parada más, pero sería también una grata sorpresa: Pitlochry. No parecía tener nada especial, pero sus callecitas iluminadas todavía con la navidad y estar apartado de todo, te hacía sentir sensación de tranquilidad. Eso sí, sirvió para constatar que el chocolate fuera de España, no es chocolate jejeje.

Pitlochry de noche. Muy navideña :)


A pesar de las casi 4 horas de vuelta, Moisés nos siguió contando datos muy interesante de la historia de Escocia, sobre todo relacionados con María Estuardo.

Llegamos bastantes cansados, así que decidimos no irnos muy lejos del hotel a cenar...así que fuimos al lugar que sabíamos que nos iba a gustar y tan bien que cenamos....aunque Vero perdió sus orejeras :(.

Otro gran día en Edimburgo :).





jueves, 20 de abril de 2017

Diario de un viaje a Edimburgo: día 2: El Tour del Castillo, y los museos.

El segundo día lo habíamos planeado de una forma, pero sobre la marcha hicimos un plan B :). La idea era hacer el Tour del Castillo que habíamos contratado con Viajar por Escocia, y después poder subir a Arthur's Seat. Finalmente dejamos la segunda parte para otro día que hiciera mejor tiempo y dedicaríamos la segunda parte del día a ver los museos, aprovechando que era jueves y la National Gallery cerraba más tarde de lo habitual.

Como guía para el Castillo tuvimos a Francis, que aparte de guardar un asombroso parecido con mi ex-jefe, nos contó bastante bien toda la historia que rodeaba al Castillo, sus anécdotas y nos animó a ver una representación de un personaje histórico de Escocia que tendría lugar a las 12:15.

Quedamos a las 9 de la mañana en la Royal Mile, y mientras esperábamos, nos cayeron unos copos de nieve, poca cosa, pero nos hizo ilusión :). Llegamos al Castillo y la verdad es que no había la cola que yo esperaba. Es bonita la aproximación al Castillo desde la Royal Mile y mucho más cuando entras en la enorme explanada que da acceso al mismo, desde el cual hay unas bonitas vistas de la ciudad.

Vistas desde el Castillo
Subimos las primeras rampas y Francis nos explicó el porqué del Castillo, para qué sirvió y las batallas que se celebraron. Vimos los cañones, la torre del reloj en la que se guardan las 3 joyas reales, las celdas en las que estaban los presos y a las 12:15 vimos la representación de Rob Roy. Varios días al mes, aparece un personaje histórico en una de las salas del Castillo, una persona aparece caracterizando a un personaje histórico de Escocia, y en esta ocasión fue el turno de Rob Roy que hizo una demostración del uso de las armas de la época. Fue una representación de unos 15 minutos, pero que merece la pena, porque además cuenta algún que otro error de la famosa película Braveheart.


¡Los cañones listos para defender la ciudad!

La representación de Rob Roy

La torre del reloj
Tuvimos tiempo de entrar a una especie de tienda en la que ofrecen degustación de whisky y yo, que no soy muy de whisky, probé uno que me encantó, el Bruadar, bien es cierto que es licor de whisky, pero estaba muy rico (es con miel). Y ya era casi la 1 del mediodía y ya que estábamos había que esperar al cañonazo de la 1. Un soldado hace todo el protocolo y lanza el cañonazo (una salva) que servía para indicar a toda la ciudad la hora exacta.


Las vistas de la explanada del Castillo

Finalizamos el Tour del Castillo y decidimos que la segunda parte del día la dedicaríamos a los museos. Comimos un fish and chips y entramos en el Museo Nacional de Escocia.

Probablemente sea el más importante de la ciudad...6 plantas dedicadas a la historia de Escocia, sus costumbres, sus orígenes, tradiciones etc...pero también con lugar para la ciencia, la física, la naturaleza. Os juro que jamás me lo había pasado tan bien en un Museo. Estuvimos unas dos horas, y yo creo que casi una nos la pasamos entera en la planta baja, la de Ciencia y tecnología...como un niño me lo pasé. ¡Había de todo!, un robot que le escribías algo en una pantalla y el te lo ponía con cubos, un simulador de formula 1, juegos de reflejos...un sinfin de cosas para gozo y disfrute de niños...y adultos.

Animales disecados en el Museo Nacional

El robot poniendo mi nombre!!!

El extraordinario reloj sonando

Después nos fuimos a ver el Museo de los Escritores, escondido en uno de los atractivos callejones que salen de la Royal Mile. Merece la pena visitarlo, es pequeño, coqueto y está dedicado a los tres escritores más importantes de la historia de Escocia: Sir Walter Scott, R.L. Stevenson y Robert Burns. Eso sí, hacía mucho calor.

Y por último visitamos la National Gallery, aprovechando que los jueves cierra a las 8 de la tarde. El motivo fundamental era ver algún que otro cuadro de Van Gogh que le gusta a Vero, pero no había gran cosa, eso sí, había bastante de españoles, y lo malo es que había varias salas cerradas. A la salida, pudimos observar una gran postal de la luna llena iluminando Edimburgo, que la hacía todavía más bonita.



La luna llena presidiendo la calle de la National Gallery

El monumento a Scott
Para terminar este segundo día, subimos a la explanada del Castillo, que de noche se ve mucho más bonito que de día y nos fuimos al hotel a descansar un poco antes de salir en busca de la estatua de Sherlock Holmes y de un McDonalds para cenar.


La explanada del Castillo de noche


La estatua de Sherlock Holmes

Rose Street
Al día siguiente tocaría madrugón para ir al Lago Ness.



miércoles, 19 de abril de 2017

Diario de un viaje a Edimburgo: día 1: La pérdida de avión, la llegada y el tour del miedo.

Como todavía nos sobraban unos días de vacaciones, decidimos dejarlos para Enero a ver si encontrábamos algún viaje interesante. La idea principal fue ir a Tromso a ver si cazábamos alguna Aurora, pero entre que los billetes fueron subiendo muy rápido, y que vimos que en los días que iríamos habría luna llena, lo descartamos completamente, así que nos decidimos por otro lugar que teníamos apuntado desde hace bastante tiempo: Edimburgo.
El cartel a la salida del aeropuerto
No habíamos ido antes porque siempre que mirábamos los precios eran bastante alto para volar con Easyjet, que es una aerolínea de bajo coste, y me niego a pagar más de 80 euros por un billete de bajo coste. Sorprendentemente, la vuelta si estaba muy barata, siendo además un domingo por la tarde, y la pillamos por unos 35 euros cada uno. Para la ida, se me ocurrió la idea de ir con Ryanair vía Londres, y el ahorro era considerable. El vuelo a Londres unos 18 euros y de Londres a Edimburgo unos 12...perfecto. La primera combinación que vi era con una escala de 4 horas...no estaba mal, pero después encontré una con una escala de 50 minutos...dije, ¡perfecto! llegamos a las 10 a Edimburgo y aprovechamos el día....se me olvidaba el pequeño detalle de que Londres y yo tenemos una historia más bien de odio....y claro siempre que la piso, pasa algo.

Ya habíamos hecho alguna escala corta, incluso una de 45 minutos. Hasta dónde yo sabía, una escala consiste en cambiar de puerta de embarque, sin necesitar más trámites....pues no...en Stanted no. Hubo que pasar el control de pasaportes como si te fueras a quedar en Londres, con la consiguiente cola y claro, una vez pasado eso, obviamente había que pasar nuevamente el control de seguridad, otra cola y otra pérdida de tiempo...ya íbamos muy justos, aún así corrimos y resulta que para ir a nuestra puerta de embarque, había que coger un tren...cojonudo...me dí la última carrera, para que el chico que estaba en la puerta me dijera que ya se habían cerrado las puertas....Nos habíamos quedado 8 personas en tierra.

Llamamos...vinieron y cuando pensábamos que nos iban a llevar al avión...nada más lejos de la realidad. Nos llevaron al mostrador de Ryanair, en el que muy amablemente nos ofrecieron billetes para el siguiente vuelo...a 100 libras...no nos quedó otra...al final nos salió como si hubiéramos volado directamente con Easyjet.

Empezaba mal el viaje, pero fue pisar Edimburgo y todo cambiaría. Aterrizamos y nos dirigimos a coger el bus express que nos lleva hasta la ciudad en apenas 15 minutos. Nos bajaríamos justo donde comienza Princess Street y desde ahí tardamos 15 minutos andando hasta el Novotel Edinburgh Centre en el que nos alojaríamos. Y el recibimiento no pudo ser mejor, puesto que una de las recepcionistas (luego veríamos que habría otra más) hablaba español. Así que un trauma que nos quitamos.

Hicimos el check-in y nos fuimos a hacer una toma de contacto por la ciudad, puesto que a las 6 teníamos el tour del miedo, y ya eran las 3 de la tarde. Comimos rápido y barato en una pizzeria Kebab, a la que volveríamos un par de veces más en el viaje, puesto que nos trataron bien y encima nos hacían descuento, y nos fuimos a ver la Catedral de St Giles.

Me gustó mucho, este tipo de catedrales de estilo gótico y neogótico, me gustan mucho. No es que entienda yo mucho de arte, simplemente me sorprende como en aquellos tiempos podían realizar construcciones de semejante magnitud. La Catedral tiene diversos motivos que rememoran la historia de Escocia y a sus personajes más importantes. Si quieres hacer fotos, tienes que hacer un donativo de 2 libras.

La catedral por dentro

La Catedral por fuera, preciosa con la luna llena

Ya era de noche, puesto que en esa época del año, en el norte anochece sobre las 4 de la tarde. Nos dio tiempo a volver al hotel a por algo más de abrigo y de camino paramos en el Cementrio Greyfriars. En Edimburgo los Cementerios están abiertos las 24 horas del día y puedes pasar libremente. Este cementerio tiene dos historias, una bonita, la del perro Bobby que estuvo durante 14 años custodiando la tumba de su dueño y que tiene una estatua a la entrada del cementerio, y la otra, más tenebrosa, la del fantasma de Mackenzie, del que os hablaré en otro post.


Aquí está Bobby
Además, para los fans de Harry Potter, es famoso también por albergar los restos de Lord Voldemort.

Reservamos con Sandemans New Edinburgh que tiene Tours gratuitos por la ciudad, aunque este era de pago. Realmente no era un Tour del miedo, de hecho no se llama así, más bien es el Tour del Lado Oscuro, que es como se llama realmente, y te cuentan la historia oscura de la ciudad, centrado sobre todo en crímenes y sucesos de hace años. Lo cogimos porque de paso nos serviría para seguir conociendo la ciudad, y así fue. Recorriemos parte de Princess Street, pasamos por South Bridge, subimos a Calton Hill, nos adentramos en el Cementerio del mismo nombre y por último recorrimos parte de la Royal Mile.

Las vistas nocturnas desde Calton Hill

Lápida con cara parecida a "El grito" dentro del cementerio de Calton Hill

No me acuerdo del nombre del guía, que no estuvo mal, pero no fue tampoco nada extraordinario. Acabamos en el "fin del mundo" (The World's End), y no me refiero a ese lugar maravilloso en el que habíamos estado apenas 2 meses antes, el verdadero fin del mundo, Ushuaia, sino a un famoso pub escocés enfrente del cual se encontraban las puertas de entrada y la salida a la ciudad.

Habíamos madrugado, y el cansancio empezaba a pasar factura, fuimos al hotel a ducharnos, y salimos en busca de cena. No nos complicamos mucho, buscamos comida rápida, de paso encontramos una de las famosas cabinas azules, aunque cualquier parecido con las del Doctor Who, son coincidencia y a descansar hasta el siguiente día, en el que tendríamos otro Tour, esta vez al Castillo.

Una de las cabinas azules que ahora sirven como cafeterías.