Como era tónica habitual, madrugamos para desayunar y estar listos para el autobús que nos recogería a eso de las 7. Por temor a los mosquitos, nos pusimos unos modelitos un tanto estrafalarios jejeje. Éramos un grupo grande, pero no llenábamos el autobús, así que fuimos cómodos. El guía se nos presentó, se llamaba Julio y debe ser que tuvimos suerte con él, porque nos dio una serie de explicaciones que no sé yo si los otros lo harían.
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Esto es la salida del hotel. De no ser por algún coche, parecería la selva pura |
Nos estuvo contando un poco de la historia de Iguazú (el recorrido dura unos 20 minutos por el lado argentino) y en qué consistiría el día. Además pasamos por encima del río Iguazú, lugar en el que confluyen las fronteras tanto de Argentina, como de Brasil y Paraguay.
Llegamos a la entrada del Parque y nos encaminamos hacia el tren que te lleva a la Garganta del Diablo. No pudimos coger el primero, porque ya había bastante cola y no entramos. Julio nos había dicho que una vez nos bajáramos del tren teníamos que ir hacía la Garganta, sin esperar a nadie, que ya nos reuniríamos allí, puesto que los grupos esperan para ir todos juntos. El viaje en tren dura unos 10 minutos y es muy agradable la sensación de ir en medio de la selva. Nos bajamos e hicimos caso a Julio.
Adelantamos a varias personas, pero no muchas, y a mita de camino también pasamos a 4 señoras que venían en nuestro grupo y que llevaban un buen ritmo también. El recorrido desde la estación hasta la Garganta es de 1,5 km aprox. La recomendación de Julio era no pararse a hacer fotos en el camino de ida, puesto que ya habría tiempo en el de vuelta. Según nos acercábamos, ya se iba viendo el vapor que soltaban las cataratas.
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Ya se iba atisbando que algo grande iba a suceder |
Como he ido contando estos días, hay sitios en el que las cosas salen todo bien y sitios que no (sirva Buenos Aires como ejemplo de esto último), Iguazú fue ejemplo de lo primero. Ya me habían dicho que era espectacular, yo decía que no sería para tanto, que a fin de cuentas era agua cayendo, que yo iba a este viaje con más ganas del Perito Moreno que de Iguazú....la gente no se equivocaba.
Fue acercarnos a la pasarela y sentir que iba a presenciar algo para lo que la palabra impresionante se quedaría corto. Además, gracias a las recomendaciones de Julio, llegamos y...¡no había nadie en la pasarela! ¡pero nadie!...la Garganta del Diablo para nosotros solos. Obviamente, esto duró apenas 5 minutos, pero fueron 5 minutos que no olvidaremos nunca.
De verdad que cualquier palabra que use, cualquier foto o video que veáis aquí no será suficiente para que os hagáis la más mínima idea de lo que son las Cataratas de Iguazú. Jamás había visto semejante masa de agua fluir con esa fuerza y velocidad. Nos habían dicho que debido a las últimas lluvias, venían con un 20% más de agua, y debía ser verdad. A pesar de que las pasarelas ya estaban llenas de gente, no me cansaba de deleitarme, pero había que volver, así que pusimos un ritmo más tranquilo para llegar a la hora estipulada al tren para volver al parque e iniciar el recorrido por el circuito superior e inferior, antes de iniciar la excursión dentro de las cataratas.
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Panorámica de la Garganta del Diablo |
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Con la pasarela para nosotros solos y nuestro modelito. |
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Sobran las palabras. |
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La pasarela 10 minutos después de nuestra llegada |
El circuito superior no nos aportó mucho más allá de alguna vista panorámica de los saltos que veríamos más de cerca desde el paso inferior, y eso sí, encontrarnos con animales en su estado natural, como los coatíes o los monos.
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¡¡¡Jurassic Park!!! |
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Un coatí |
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Un doble Arco Iris, creo que en el Bossetti |
El circuito inferior mereció mucho más la pena, puesto que nos acercamos a mucho de los saltos (el de San Martín, el de las dos hermanas, el Bossetti). No recuerdo exactamente en cuál, pero nos empapamos de lo lindo. Además sirvió para probar la resistencia al agua del S7 de cara al paseo en zodiac por las cataratas.
Y la verdad es que merece la pena el paseo. Lo malo fue que, de tanta agua que bajaba por la Garganta del Diablo, no nos pudimos aproximar a ella, por lo que nos quedamos en sus hermanas pequeñas. Es toda una experiencia sentir el ruido y la fuerza de las cataratas dentro de las mismas. Obvia decir que acabas empapado, por lo que se recomienda llevar ropa de repuesto, o un poncho.
El paseo es de unos 25 minutos, de los que solo merecen la pena los primeros 10 minutos que son en los que estás jugando con las cataratas. Después vendría un "safari" por la selva, que fue un poco decepcionante puesto que ningún animal salió a nuestro paso. Y prácticamente aquí finaliza la excursión del día, el resto fue tiempo para comer y comprar algún souvenir y vuelta al hotel.
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Acercándonos a las cataratas |
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El S7 aguantó como un campeón. ¡Mejor que en el Parque de Atracciones! |
Claro que para nosotros no había acabado lo bueno. Pudimos disfrutar de la piscina del hotel, y lo que es mejor, de bañarnos en plena noche (a las 7 anochecía) solitos en una piscina, y además, en un jacuzzi al aire libre que estaba al lado de la piscina.
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El Jacuzzi |
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La Piscina para nosotros solos :) |
Un día INOLVIDABLE.